martes, 26 de abril de 2011

Trenque Lauquen: la ciudad que se ocupa de la basura


Trenque Lauquen: la ciudad que se ocupa de la basura

La próxima gestión porteña debería prestar atención a los ejemplos de otras ciudades argentinas que, en los últimos años, han podido resolver algunos de sus problemas estructurales.
Trenque Lauquen, a 445 kilómetros de nuestra ciudad, implementó un sistema de separación, recolección y reciclaje de basura tan eficiente que logró que la ecología deje de ser un tratado de buenos modales cívicos y se convierta en una práctica diaria. La recolección de la basura es uno de los tantos reclamos que los vecinos le hacen a la administración del PRO. El año pasado, la ciudad de Buenos Aires mandó a los rellenos la cifra récord de 2.110.122 toneladas de residuos, que no se separan en origen y que entonces, no se pueden reciclar.
Bajo la consigna de las tres R -reducir, reutilizar y reciclar- los residuos en el domicilio, los habitantes de Trenque Lauquen llevan más de diez años incorporando nuevas ideas para mejorar el reciclado de la basura. Sin dudas, un ejemplo que podría servir de inspiración para el caso porteño.
El proyecto Prolim nació a principios de los años 90. La propuesta consiste en ordenar, seleccionar y reciclar la basura para finalmente comercializar lo producido. Para eso, se plantearon dos estrategias: primero, se concientizó a la población con información sobre las cuestiones operativas que requiere el proceso de recolección y tratamiento. Después, la intendencia se ocupó de adecuar el equipamiento para cumplir con el proceso operativo.
Con el objetivo de involucrar a la comunidad, se le asignó un rol a cada sector. En las escuelas primarias, los chicos aprendieron el proceso y lo multiplicaron entre sus familiares y los estudiantes del secundario, junto a un grupo de trabajadores sociales, visitaron a las amas de casa para capacitarlas.
Desde entonces, en los hogares de Trenque Lauquen se clasifica la basura en residuos orgánicos -restos de poda, comida o papeles- e inorgánicos -como vidrios, metales, plásticos y gomas- y después, se juntan en bolsas verdes y rojas respectivamente. Los orgánicos se recogen todas las noches y vuelven a ser clasificados en la planta de tratamiento. Allí, las bolsas se introducen en un trómel, un gran cilindro con cuchillas que al girar romper el plástico y deja que lo orgánico se cuele por los orificios.
En las piletas de tratamiento, se procesa lo orgánico y se genera, después de varios meses, compost para aumentar la fertilidad de la tierra. Pero no es todo: la huerta del Prolim, abonada con ese compost, produce más de 1000 kilos de verdura por mes que se reparten entre instituciones públicas de la ciudad.
El caso de Trenque Lauquen es un ejemplo para multiplicar en otros rincones del país.