jueves, 15 de julio de 2010

Intervención en el debate sobre la Ley de Protección de Glaciares en la Cámara de Diputados

Señor presidente: estoy tentado por empezar tomando una referencia del diputado Solá. Si los proyectos son tan iguales, votemos la sanción del Senado y hoy tenemos ley. Si son tan parecidos, votemos esa sanción y hoy ya tenemos una ley que protege los glaciares en la Argentina.
La verdad es que habría que preguntarse por qué no terminamos votando eso, habida cuenta que yo creo entender que los dirigentes de la oposición no pensarán que la totalidad de los senadores que votaron ese proyecto son empleados de la Barrick Gold o tienen intereses ocultos u objetivos no confesables.
En este caso el Senado de la Nación y en especial el senador Filmus, a posteriori del veto de la señora presidenta del proyecto de ley que se inició aquí en la Cámara de Diputados, hicieron un trabajo de consenso y de acuerdo con participación de la sociedad civil y de las organizaciones intermedias.
La misma diputada mandato cumplido Marta Maffei participó en esas audiencias que se hacían en el Senado de la Nación y en la Secretaría de Medio Ambiento de la Nación para consensuar un proyecto que constituyó esa sanción del Senado, que es la que nosotros vamos a acompañar hoy.
¿Qué tiene de valioso la sanción del Senado? Los senadores constitucionalmente son los representantes de las provincias. Hay tres senadores por provincia, dos representan a la mayoría y uno a la minoría.
Por lo tanto, la fuerza que tiene una sanción de esas características es de un nivel de contundencia importante, habida cuenta de que se trata de un proyecto de ley que si bien es cierto es una ley de presupuestos mínimos que nosotros estamos habilitados a llevar adelante -en distintas oportunidades lo hemos hecho- porque estamos en condiciones constitucionales para hacerlo. Pero es cierto que nos estamos refiriendo a temas que son potestad de las provincias a partir de la reforma constitucional de 1994.
Entonces, que tuviese nacimiento en el Senado con los representantes de todas las provincias, con una sanción apoyada por todos los bloques, con elogios –basta leer la versión taquigráfica del debate que se realizó en el Senado por parte de todos los senadores de la oposición al trabajo organizado, y específicamente por el senador Filmus, nos parecía que era un tema importante y contundente para tener en cuenta.
Veníamos hasta la semana pasada o mejor dicho hasta el día lunes a última hora predispuestos y con la decisión tomada por nuestro bloque para votar ese proyecto, que era el dictamen de minoría, habida cuenta que la mayoría de los señores diputados habían decidido votar y acompañar el proyecto del diputado Bonasso, no coincidiendo con el que habían hecho sus senadores en dicha Cámara, o mejor dicho los senadores de sus respectivos bloques políticos.
El lunes a última hora me llama el senador Filmus y me comunica que estaba realizando una especie de gestión con el diputado Bonasso para tratar de conjugar los dos proyectos, habida cuenta de que pareciera que no había demasiadas diferencias entre ellos y que se podían acortar las distancias entre ambos.
Esa gestión dio como resultado lo del martes a la noche, a última hora. Dicho resultado lo volcamos al bloque y pasó lo que conté al principio de esta sesión: nuestro bloque estaba pidiendo quince días más para analizar la cuestión, lo que nos parecía algo absolutamente razonable y entendible a nuestro criterio.
La reacción que se vino después de la solicitud de quince días, fue absolutamente intempestiva. Hemos escuchado cosas que rozan el calificativo de canallada porque descalificarnos de la manera en que lo hicieron, incluso de la manera en que han descalificado a la señora presidenta de la Nación, en verdad no tiene ningún tipo de parangón.
Quiero decir algo más alrededor de la presidenta de la Nación. Después de haber perdido la votación, en que pedíamos la postergación del tema, me comuniqué con la presidenta para comentarle el desarrollo de la sesión, cómo íbamos a votar y qué íbamos a hacer. Y la presidenta me pidió que les transmitiera a los señores diputados y, obviamente, a la población en general y al Senado de la Nación que, cualquiera sea la decisión que tome el Congreso, la presidenta de la Nación no va a vetar la sanción que dicte el Parlamento.
En consecuencia, más allá de lo que se vote aquí y de lo que decida el Senado, ya sea insistiendo en su sanción o aceptando nuestra postura, la decisión del Congreso será la ley que tendremos los argentinos con respecto a los glaciares y los presupuestos mínimos para su preservación.
También quiero decir que me indignan aún más todas las descalificaciones que hemos recibido y que, en especial, ha recibido la presidenta de la Nación. Los que andaban con la fotito de la presidenta en Canadá, la pueden hacer un cubanito, y no quiero decir más nada. La verdad es que ese intento de descalificación, a partir de lo que acabo de anunciar, queda absolutamente desvirtuado.
La presidenta de la Nación vetó aquella ley a pedido de varios gobernadores de las provincias cordilleranas. En el mismo veto la presidenta incluyó la creación de un foro que permitió la sanción del Senado de la Nación. Es decir que no nos desentendimos del tema ni dejamos de preocuparnos por la cuestión.
Con la decisión que acabo de anunciar, me parece que la posición de nuestro gobierno y de la presidenta queda absolutamente clara.
La posición de nuestro bloque ha sido la misma que tomamos cuando debatimos la iniciativa sobre bosques nativos. El diputado Bonasso debe recordar que cuando consideramos bosques nativos, aprobamos la iniciativa en general y solicitamos un cuarto intermedio para llevar adelante la discusión en particular.
Ello fue así porque al interior de nuestro bloque nos parecía que debíamos contemplar una realidad absolutamente distinta entre aquellos diputados para los que la actividad que se quiere preservar tiene incidencia en la actividad productiva de su provincia y para quienes ella no tiene relevancia.
Es mucho más –lo digo en el buen sentido de la palabra cómodo opinar sobre los bosques nativos cuando en tu provincia el impacto de la industria forestal en el producto bruto geográfico es del cero por ciento que cuando tiene una incidencia relativamente alta.
Esa decisión acertada que tomamos en su momento es la misma que hoy reivindicamos. Estoy absolutamente orgulloso de la decisión que tomamos como bloque de venir a señalar lo que se siente cuando se toman este tipo de decisiones desde provincias en las que las preservación de los recursos naturales está íntimamente ligada a la realización de una actividad productiva que tiene impacto en el desarrollo económico y la calidad de vida de cada uno de sus habitantes.
Esta es la mirada que hemos venido a traer al conjunto de los señores diputados. Los legisladores de las provincias afectadas lo han hecho con una claridad meridiana, brindando explicaciones y argumentos que han dado por tierra con una cantidad de imputaciones y descalificaciones que se nos hacían. Han puesto en juego una realidad que, al igual que con bosques nativos, implica que la preservación de los recursos naturales tenga impacto en aquellas provincias con menos desarrollo económico.
Es muy fácil decirle “no” a la minería a cielo abierto que utiliza cianuro, pero debe ser muy difícil prohibir, por ejemplo, la fumigación de los campos de soja por vía aérea. Digo esto porque todos los problemas de contaminación que tenemos en La Pampa Húmeda como consecuencia del uso de insecticidas y herbicidas no los hemos vistos reflejados en ninguna iniciativa.

No me digan que presente un proyecto; preséntenlo ustedes que están tan preocupados por preservar los recursos naturales en las provincias de menor desarrollo económico.
Lo que quiero decir -de ninguna manera lo pueden tomar como una ofensa- es que a veces actuamos consciente o inconscientemente y nos acordamos de lo que sucede con nuestros recursos naturales cuando el tema involucra a las provincias de menor desarrollo.
Provengo del norte de la provincia de Santa Fe. Lo digo porque hoy justamente se hizo referencia a esa empresa conocida como “La Forestal”. La Gallareta, que es la ciudad en la que se asentaba la sede de La Forestal, se encuentra a menos de 15 kilómetros de la ciudad de Vera. La Forestal se fue de La Gallareta hace 50 años. Como todos saben la empresa se dedicaba a la tala del quebracho y a la extracción del tanino. Siempre le echamos la culpa a La Forestal por la forma en que se desenvolvía, pero durante 50 años La Gallareta siguió siendo la misma. Hoy esa ciudad vive de las jubilaciones anticipadas que otorgó este gobierno, de las jubilaciones de aquellos que antes no se podían jubilar, de las pensiones no contributivas -que de 80 mil pasaron a más de 500 mil durante el curso de esta gestión- y de la asignación básica universal por hijos, porque ahí no hay una sola industria.
No debemos acordarnos de las regiones menos desarrolladas del país cuando en ellas aparece una actividad productiva que les da alguna posibilidad de desarrollo. Lo que debemos hacer es compatibilizar el impacto ambiental que pueda tener esa actividad con la preservación de los recursos naturales, a fin de permitir el desarrollo integral y armónico de nuestro país.
¿A quién no le gustaría que en la provincia de San Juan se instalara una industria automotriz en lugar de una minera, como las que funcionan en las provincias de Córdoba y de Santa Fe? Lo cierto es que San Juan no tiene ninguna industria automotriz; tampoco tiene soja.
Con el tema de los bosques nativos pasó exactamente lo mismo. En mi pueblo, que está ubicado en la cuña boscosa, cuando era chico lo único que salía era carbón y leña. No había un solo sembradío en kilómetros a la redonda; de vez en cuando encontrábamos sólo alguna cabra. Entonces, es cierto que la llegada de la agricultura cambió la filosofía y la sociología de muchos de esos pueblos.
Cuando el proyecto de ley de bosques nativos se trató en el Honorable Senado se le introdujo una corrección que luego nosotros ratificamos, que contemplaba la posibilidad de empezar a indemnizar a las provincias que tienen que preservar sus bosques nativos a costa de resignar emprendimientos productivos, porque la preservación de esos bosques es beneficiosa para el
conjunto de los argentinos. Por eso esta ecuación hay que ponerla en análisis, racionalizarla y darla. Si decimos “no” a la minería, tenemos que decir qué alternativa productiva de desarrollo económico tendrá una cantidad de provincias argentinas. No podemos decir no porque no.
Tenemos que preservar el medio ambiente y los glaciares; tenemos que preservar el agua, el aire, etcétera. Pero también debemos ser más justos.
Vuelvo a decir que es más fácil preservar desde acá los recursos naturales que están allá, que ponernos a ver acá cómo hacemos para preservar los recursos naturales que están acá a diez kilómetros. (Aplausos.)
Me parece que el tema es de una complejidad mucho más trascendente que este intento de descalificación permanente que hemos sufrido.
No pude ver el debate del senador Filmus con el diputado Bonasso, pero la verdad es que debo reconocer algo al senador Filmus: sentarse a negociar con Bonasso después de los insultos que Bonasso le dijo en ese programa de televisión, habla realmente de la hombría de bien del senador Filmus.

Me parece que el tema merece un análisis mucho más frío, mucho más racional y mucho más inclusivo, reconociendo que en toda la discusión de la preservación de los recursos naturales están involucradas las actividades productivas.
¿No quieren ir a los bosques nativos? ¿Quieren que les cuente el problema del zábalo en la provincia de Santa Fe? Tiene que ver con el hecho de que el zábalo ocupa un rol decisivo y reproductivo en todo lo que significa la fauna ictícola. Cuando está abierta la exportación de zábalo el pescador en lugar de ganar 500 u 800 pesos por mes, pasa a ganar 4.000 o 5.000. Y cuando se cierra la exportación pasa a ganar entre 500 y 800 pesos. Es ahí donde la provincia de Santa Fe debe subsidiar a ese pescador.
En realidad, al mismo tiempo tenemos el problema con los empresarios que están dedicados al turismo en toda la zona de la costa norte de la provincia de Santa Fe. Ellos se encuentran con el hecho de que cuando no hay zábalo no hay pesca. Entones, no tienen turismo. Toda esta contradicción la tenemos que resolver.
Y en el medio están los frigoríficos de pescado que ganan plata con el zábalo. Entonces esto hay que resolverlo no con una etiqueta ni con una descalificación, sino creativamente incluyendo todos los problemas. No sacándonos un problema.
La ética de la responsabilidad y de la resolución de los problemas tiene que ver con eso. No tiene que ver con la ética pequeña o burguesa de decir: “Yo no tengo nada que ver con esto. No me toquen, no me inunden, no quiero saber nada con esto.”
Cuando en política se presentan los problemas, hay que resolverlos. El hecho de negarlos no significa una resolución del problema. Tampoco es una solución el hecho de tratarlos o abordarlos de la forma como algunos pretendieron hacerlo en este recinto.
Por eso vamos a votar en el entendimiento de que nuestro voto debe entenderse como un voto positivo a favor de la sanción del Senado que fue por unanimidad.
Llegamos a esta instancia porque no nos dieron la posibilidad de esperar quince días con un tema que tiene cuatro años. Lo queríamos analizar con el conjunto de nuestros diputados.
Agradezco a los integrantes de nuestro bloque y a los de los bloques aliados por la jerarquía, la hidalguía y el compromiso que han tenido en este debate.

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